Cada 8 de marzo, con motivo de la celebración del día internacional de la mujer, vemos -principalmente en los centros urbanos de nuestro país-, a un cumulo de mujeres de las más diversas edades, condiciones sociales y creencias, así como de diferentes corrientes políticas e ideológicas, salir a las calles en marchas tumultuarias para exigir igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres; respeto a sus derechos y seguridad para su género… como si todas las mujeres fueran iguales, algo totalmente equívoco.
Y es que al pedir igualdad, establecen una jerarquía en la que se muestran inferiores, soslayando que el primer paso es considerarse iguales… No se trata de un esclavo pidiendo libertad a su amo, sino de un ser humano que tiene derecho a ser respetado por los demás.
La mayoría de estas mujeres –con sus honrosísimas excepciones- claramente no tienen la capacidad de conseguir lo que se proponen por mano propia; podrá sonar algo agresivo pero es una realidad, comenzando por el hecho que debemos considerar una completa falta de conciencia social creer que desquiciando el tránsito o las dependencias públicas es como se logran avances en cualquier materia.
Pero, no es de estas mujeres de las que quiero hablar…Las féminas a las que deseo hacer referencia son las que –por ejemplo- el día citado, en lugar de salir a marchar, se quedan en su casa realizando sus labores diarias, o en su trabajo cumpliendo con sus deberes y responsabilidades.
Es un gran cúmulo de mujeres que desde los periódicos, las empresas, las escuelas, los partidos políticos, las revistas y demás actividades productivas, no se dedican a pedir igualdad y en cambio, se consagran a construirla.
Me parece por demás loable el hecho de escuchar a muchas de estas admirables mujeres, establecer que el debate sobre la equidad de género es inútil, infructuoso y en los más de los casos, muy banal pues consideran que una mujer que aprovecha cualquier foro, tribuna o espacio para entablar un debate sobre la falta de equidad entre ambos sexos es una persona que pasa más tiempo hablando de lo que desea y descuida lo que debe hacer; pide algo para todo su género cuando lo que debería hacer es ganar tales cuestiones para sí. Dan por sentado que este debate es innecesario pues siempre al final se recurrirá a las diferencias para seguir pidiendo paridades.
Es aquí cuando resulta conveniente señalar cómo se ha tergiversado la figura de la extraordinaria Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, la inmortal sor Juana Inés de la Cruz, la Fénix de América; que desde hace varias décadas ha venido a convertirse en bandera del debate de la equidad entre individuos de diferente sexo.
Mucho se ha dicho sobre cómo no se le permitía estudiar y los métodos a los que recurrió para hacerlo, descollando de entre todos sus contemporáneos; pero a esa historia le falta extraer la esencia… la décima musa, pedía y hacia para ella como individuo, no para ella como mujer… Es decir, esta ínclita dama entendió que más allá del sexo/género, lo importante son las acciones que cada uno realice para lograr sus objetivos, metas y sueños.
Y es por este tipo de individuos que nuestra sociedad debe combatir a quienes con sus acciones manchan a su género y a la sociedad…
Hay un caso muy particular que debemos atender: La mujer mexicana en la política de la segunda década del siglo XXI.
Para comenzar, establecer dos realidades históricas trascendentes: una, el voto femenino y la segunda, las cuotas de género…
La primera, que más allá de ser un avance en la democracia y los derechos de las mujeres, se da solamente al momento que el sistema político mexicano y sus actores principales ven en la participación de ellas, un incremento claramente considerable en el número de votos. Y el segundo, que ha venido a afectar el desempeño de las administraciones públicas… Ahondemos en último tópico.
El tener candidatos a puestos de elección popular determinados por una cuota obligatoria por ley, ha provocado que a veces por cumplir con estas cuotas, se descuide la calidad de los abanderados de las diferentes ideologías políticas. Debemos entender que para ambos géneros/sexos, el desarrollo se debe basar en aptitudes y actitudes, en forma y fondo.
Por ello es que debemos llegar al entendimiento de que el debate no concluyente y a veces cansino y repetitivo de la equidad de género, no es sino un tema más de demagogia social y política.
Entendemos que sí existen problemas que solo afectan a las mujeres, que hay cuestiones que lamentablemente afectan a esta parte de la población de manera constante, pero esto no debe ser motivo de polarización entre los individuos.
Enfrentamos ya muchos problemas sociales como para seguir lidiando con cuestiones que solo retrasan la atención, espacios de opinión y debate e investigación, que deben dedicarse a los temas torales de la agenda nacional.
¿O acaso, tú solo atenderías los problemas de las mujeres indígenas y dejarías de lado al resto de la población de este origen? ¿Crees que la muerte de una mujer es más indignante que la de cualquier persona de género masculino?
Aunque no podemos dejar de manifestar que los hombres también tenemos mucho que entender sobre este tema, pues si se ha llegado a esta polarización, somos igualmente responsables.
Dejémonos de la doble moral que caracteriza a muchos estratos de nuestra sociedad; atendamos los problemas pensando en todos como miembros de la estructura social, y no sigamos construyendo barreras separatistas entre nosotros y nuestros compatriotas…
Ay de aquellas mujeres necias que acusáis a los hombres sin razón; sin ver–en muchos casos- que sois la ocasión de lo mismo que culpáis…
La solidaridad humana es la evolución de la solidaridad de clase, género, origen y creencias… La solidaridad humana es la respuesta...